-De
nada.-Me sujeto la puerta
A la
siguiente puerta ya conseguí la llave, de manera que les abrí yo la puerta.
-Gracias.-Me
contestaron al unísono.
-De
nada.-Dije mientras subía a toda velocidad las escaleras para llegar por fin a
mi casa.
En casa no
había nadie, deje la mochila en el suelo puse mis manos sobre las rodillas para
recuperar el aire. –MIERDA-Se me volvió a escapar- ¿Qué narices hacía el chico
sexy con uno de mis vecinos? ¿Y quien narices era esa chica? –No me lo puedo
creer.-Decía mientras recorría el pasillo de mi casa para llegar a mi
habitación.- El día no me podía haber salido peor.
Al día
siguiente cuando llegue a clase me fui directamente a mi sitio, estaba
escribiendo cuando David se me acercó.
-Toma, te
dejaste ayer la chaqueta cuando lo del accidente.-Extendió su brazo con mi
sudadera.
-Gracias.-Le
dije mientras la cogía.
-¿Estás
mejor?- Me dijo con voz preocupante.
-Si,
tranquilo ya estoy bien, ayer fui simplemente…un mal día
-Me alegro,
de todas maneras me tienes a mi ya lo sabes.-Me dedicó una sonrisa.
David era
un compañero de clase, no le conocía desde hace mucho, pero la verdad
conectamos desde el primer día, las malas lenguas de la clase dicen que esta
loquito por mi, pero yo no creo eso, es un buen amigo y nada más. Era un chico bastante alto, tenía el pelo castaño claro y unos ojos muy expresivos de un color azul muy brillante que era lo que le hacía tan especial. Era un chico reservado, bastante loco, fue por eso por lo que conectamos tan bien, eso si era un gran deportista, podríamos decir que el deportista de la clase aunque también era el "empollón" por lo que la gente no le apreciaba todo lo que le tenían que apreciar, al fin y al cabo era un "bicho raro" pero pensaban eso porque no le conocían realmente, si no fuera un empollón y fuera el "graciosillo" de la clase todas las chicas estarían loquitas por el.
-Ágata…por
cierto, se me olvidaba.-Decía David con un tono misterioso.
-Dime
pitufo.-Sonreí
-¿Pitufo?
Sabes que no me gusta que me llames así.-Me dio un pequeño golpecito en el
brazo.
Le solía
llamar pitufo porque su color favorito era el azul y cada día llevaba la parte
de arriba con un tono azul diferente que le hacía juego con sus preciosos ojos
-¡Ay!-Me
queje yo de manera burlona.-Bueno ¿Qué me ibas a decir?
-Quejica….-Sonrió.-Ariadna
y Leticia me han contado que te encontraste a tu chico sexy.-Me guiñó un ojo.
-¡Que boca
que tienen estas dos!
-Pues como
tu si es que no te quejes y cuéntame
-Bueno vale…
¿Qué quieres que te cuente? ¿Que ayer me enteré de que un vecino mío le conoce?
O que ¿Tiene novia?
-Pues por
ejemplo…
-Pues ya lo
sabes.-Me gire y me puse al mirar al frente.
-¿Y como es
ella?
-Pues muy
mona, la verdad no me fije demasiado en ella
-¡Que raro!
-¿El que?-
Le dije ofendida girándome hacia el
-Que no te
fijaras en ella o que tú digas que era mona aunque seguro que no era más mona
que tú.-Me guiño un ojo a la vez que me decía esa última frase.
Llegó la
profesora a clase y David se sentó a mi lado, nos sentábamos juntos en clase,
no paramos de mandarnos notitas y seguir con la conversación anterior o con
cualquier conversación que nos pudiera distraer de la clase.
Esa misma
tarde cuando estaba en casa mi madre me pidió que me sentara un momento con
ella que tenía que hablar conmigo sobre un asunto, empezó a hablar y no me decía
nada concreto, solo daba rodeos.
-Mamá, ¿Qué
me quieres decir? No te estoy entendiendo nada.
-Pues
cariño lo que te quiero decir.-Empezó a montarme otro de sus rollos que al fin
y al cabo se salían del tema.
-Mamá, déjate
de rodeos y ¡Habla ya!-Mi tono de voz empezó a elevarse.
-Es que no
quiero que te lo tomes a mal, es algo un poco delicado.
Yo sabía
que cuando mi madre decía “Un poco delicado” quería decir que la cosa era
preocupante.